Es este un tema que no se suele abordar mucho, porque se
supone que una mujer nunca debería desear tener sexo con alguien a cambio de
dinero. Vaya por delante que desde este blog estamos totalmente en contra de la
esclavitud sexual ni ninguna clase de prostitución obligada, y totalmente a
favor de la libertad individual de ejercer la actividad que a cada cual le
apetezca y de hacer con el cuerpo propio lo que una quiera. Así que ¿qué pasa
si algunas mujeres son putas xxx por elección?
En un mundo donde se lucha cada vez más contra el machismo,
y contra la imagen de la mujer como un objeto, nos encontramos con la
prostitución, la profesión más antigua del mundo, y que perdura hasta nuestros
días. Imagino que la primera mujer que se prostituyó no lo hizo por dinero o
bienes materiales, sino quizá por algo que tenía que ver directamente con su
supervivencia, como comida, ropa o una cueva donde cobijarse. En un momento en
el que el sexo cumplía una función meramente reproductiva, aunque ya se sabía
que era algo que daba mucho gusto al cuerpo, debió ser toda una sensación la
aparición de una primera puta profesional, que no quería aparearse con el macho
para tener descendencia ni para que la protegiera, sino por algo que necesitaba
y que, una vez entregado, hacía que ya no la vieras más, al menos hasta que
volviera a necesitar otra cosa.
Y creo que justamente ahí, en uno de esos intercambios de
sexo meramente prácticos, debió surgir la idea de la puta mala, esa que te
follaba para sacarte algo a cambio, pero no precisamente necesario para
sobrevivir, sino como un lujo extra: unas mejores pieles, las mejores piezas de
caza, algún adorno rudimentario que otras no tenían... Así, se pasó del mero trueque
a un negocio interesado, y las putas, aunque quizá mal miradas desde entonces,
empezaron a tener una cierta mejor vida que sus congéneres del momento.
Y hoy no ha cambiado mucho la cosa. Rechazo totalmente para
la situación de todas esas mujeres que necesitan vender su cuerpo para comer,
para pagar el alquiler, para mantener a sus hijos, o las que son víctimas de
algún proxeneta que las sangra para llevarse él los beneficios. Pero también
hay otras mujeres que han encontrado en la prostitución uan manera de vivir
mejor, de darse ciertos lujos, y de acceder a sitios o personas que nunca
imaginaron estarían a su alcance. Y de estas, ¿qué se puede decir?
Pues hay una frase bastante escueta que se me viene a la
cabeza y que me parece va como anillo al dedo:
"¡Ole tu coño!". Sí amigos, puede ser que haya mujeres que
consideren su cuerpo hermoso y perfecto, y que les guste usar el poder que
tiene su belleza en los hombres para sacar beneficio. Si nadie las obliga a
ello, ni ellas obligan a nadie, ¿hay algo que censurar? Si dejamos la
hipocresía a un lado, bien sabemos que no.